Un partido que se predecía más duro, más luchado, y que sin embargo se resolvió con calma para los brasileños debido a la incapacidad de Costa de Marfil, que no pareció reaccionar hasta el tercer gol de Brasil, aunque terminó ganando el juego de la provocación sin que ello le sirva de nada a ellos ni al torneo.
Fabiano dejó en evidencia a Costa de Marfil en los dos goles. En el primero, fusiló al portero, pero siempre que un portero es fusilado por encima uno piensa si no debió haber dado uno o dos pasos más para achicar la puerta. En el segundo, Fabiano se ayudó con la mano no en una sino en dos oportunidades, pero igual la manera como dejó sembrados a los defensores marfileños mostró a una Costa de Marfil inocente y pasiva. El tercer gol, el de Elano también mostró una defensa endeble y pobre.
Kaká se buscó la expulsión. Si bien el incidente de la segunda amarilla fue más una fabricación del jugador marfileño que una agresión de Kaká, la actitud de Kaká en los minutos anteriores y durante la primera amarilla le aseguraron la expulsión.
Costa de Marfil se descompuso y a punto estuvo de comprometer sus aspiraciones para el próximo partido. Varios marfileños se jugaron la lotería que le tocó a Kaká. Pero el inesperado gol de Drogba y luego la expulsión de Kaká hicieron que los marfileños bajaran la rabia y transitaran sin daños más graves hacia el crucial partido con Corea del Norte.
La expulsión de Kaká y el juego sucio del último cuarto de hora le dio morbo e historia a un partido que careció de emociones y que se fue inesperadamente rápido por una sola calle.
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