Difícil para Francia presentar una selección que emparejara sobre el papel cualquiera de las recientes. Pero más allá de que los nombres palidezcan frente al de viejas glorias, el juego de esta Francia es plano, triste, con un Ribery que no confía en ninguno de sus compañeros, un Anelka que siempre parece quedarle grande el gran partido y un Gourcuff de patada potente pero de puntería creyente: él dispara y reza para que la pelota salga hacia donde es, y por lo visto Dios no escuchó sus oraciones.
Uruguay se aburrió tanto de su propio juego que quiso darle emoción al partido. Incapaces de darle una buena a Forlán para que inquietara a Francia, decidieron meter a Nicolás Lodeiro, quien en menos de veinte minutos recibió dos amarillas y dejó a su equipo con diez para que el partido terminara con algo de tensión.
Las defensas se impusieron a las delanteras. O las delanteras no fueron capaces de fabricar nada bueno. Veremos contra México y Sudáfrica, ambos equipos se vieron endebles atrás, ¿será esto lo que necesitan Francia y Uruguay para quitarnos los bostezos?
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