La historia del fútbol está llena de esfuerzos épicos; de atacar y atacar contra equipos que no juegan a nada y estrellarse una y otra vez contra el portero, los postes y la mala suerte; de goles equivocadamente anulados y de gestas heroicas que dejan las manos vacías. Toda tradición futbolística está llena de triunfos tan sufridos que los ganadores no saben al final si simplemente celebrar o sentarse a llorar por la dureza de la lucha. Estados Unidos agregó el Mundial 2010 a esa lista de gestas, bienvenido Estados Unidos, ahora sí de pleno derecho, al concierto futbolístico mundial.
Gol anulado, poste, paradas del portero, sangre y entrega. Un empate que debió ser victoria y una victoria lograda en el tiempo de descuento, descuento que fue la diferencia entre irse a casa y terminar siendo el primero de grupo. Estados Unidos le ha dado a este mundial el ingrediente de esfuerzo y lucha, de entrega y deseo que todo mundial necesita.
Argelia tenía chance de clasificar, pero o no lo sabían o no lo creyeron posible. ¿A qué jugaron? ¿A preservar el empate y ver si pescaban una? ¿Es esa la manera de asumir un partido donde tenían que ganar al menos por dos goles? A mí me dio risa verles las caras de sufrimiento tras la derrota. ¿De verdad creyeron que estaban jugando para clasificar? ¡Bien hecho!, váyanse bien lejos.
Argelia es el menos africano de todos los equipos de África del mundial. Es exactamente al revés del resto, sin casi talento arriba, juega a esperar ordenado y a defenderse rezando por que su portero aguante el chaparrón. Casi casi lo aguanta, pero otra vez, ¿para qué?
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Hace 4 años.
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