El libreto era el siguiente: Italia y Paraguay se fajarían en el partido difícil y resolverían contra Nueva Zelanda y Eslovaquia. Paraguay dejó en evidencia a Eslovaquia y ganó 2-0 con comodidad y autoridad. Mientras, Italia hizo lo que mejor sabe hacer: enredarse la vida empatando 1-1 con Nueva Zelanda, con un gol conseguido a través de un penalty que por lo mínimo resultó algo dudoso.
El problema de Italia es filosófico: Juegan a trabar al contrario, a impedir que el otro juegue. Eso funciona cuando es el otro equipo el que tiene la iniciativa, por eso es que Italia crece conforme va desarrollándose el mundial. En las primeras de cambio, Italia se consigue rivales que le ceden la iniciativa a ellos y ahí se las ve negras, porque con puros rompedores y trabadores en cancha, la construcción se ausenta, el equipo se desubica y se ve haciendo algo que no sabe hacer, o peor, haciendo algo con los jugadores que no son.
Los chutes de Montolivo serían mejores si vinieran de jugadas más elaboradas, donde alguien con una pizca de talento le deje la pelota con el perfil adecuado. Pero con Pirlo aún no disponible, Montolivo tendrá que seguir pateando desde el perfil que él mismo se labre por la frustración de que su equipo no produce.
Los goles de Paraguay ante Eslovaquia, lindos, resueltos en el pequeño espacio y con disparos potentes, aunque impresionó la pasividad de los eslovacos en el segundo gol. Quizás estaban ya entregados, pero dejar que un paraguayo bajara la pelota en un centro, que dos paraguayos se estorbaran para patear, que un paraguayo hiciera un pase en corto dentro del área y que finalmente otro paraguayo pateara casi de frente al marco y sin posibilidades para el portero, luce como demasiado incluso para un equipo entregado.
Eslovaquia nos hizo pensar que varias de esas selecciones que se ganan el cupo al Mundial por el repechaje europeo, deberían viajar a otros continentes a jugarse el puesto. Luego, mientras Italia se trababa y llegaban noticias del espectáculo en la concentración francesa, el pensamiento se volvió convicción, a Europa le sobran cupos.
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