Abajo por dos goles para terminar empatando en un juego duro, disputado, trabado pero con vocación ofensiva por los dos equipos, Estados Unidos dio una exhibición de pundonor y de deseo que se agradece, en especial viniendo de una selección que es difícil de catalogar. Porque ya no deberían ser inocentes, y por momentos se ven inocentes, ya no deberían ser débiles y por momentos se ven débiles, ya deberían despertar más entusiasmo pero no lo despiertan. Y este partido de Estados Unidos contra Eslovenia mostró a una selección no lista para llevar la batuta del partido, para asumirse protagonista, pero sí para brindar grandes emociones.
El tercer gol de Estados Unidos no pareció bien anulado. Al menos yo no pude encontrar el jugador en offside o el que hizo falta y todos los forcejeos fueron mutuos. Pero claro, en el primer tiempo un estadounidense recibió una tarjeta amarilla básicamente por haberse dejado pegar el balón en la cara.
Los cuatro goles del juego fueron hermosos, bien jugados, bien construidos, bien ejecutados, pero en el primero de Estados Unidos hubo algo de complicidad del portero de Eslovenia. Un paso adelante del portero y Donovan habría tenido que hacer algo distinto a simplemente fusilarlo.
Estados Unidos salió mal en el primer tiempo, no supo llevar el peso del partido y pagó con dos goles. Eslovenia salió mal en el segundo, no supo administrar la ventaja y pagó con dos goles y casi con la derrota. Dos equipos con deficiencias que sin embargo brindaron un gran partido.
El empate dejó un mal sabor en los estadounidenses debido al gol anulado, pero que no pierdan de perspectiva el gran regreso que tuvieron.
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